martes, 15 de septiembre de 2015

El encierro

Sigo en el hospital, y está bien. O sea no está bien, la verdad anhelo acostarme en mi propia cama y poder dormir la noche entera sin ser despertada cada vez que vienen a ponerme medicina o cada vez que a la bendita máquina se le ocurre pitar. Quisiera poder caminar en paz sin tener que arrastrar el tubo de los sueros por todos lados. Quisiera mi vida de vuelta...
Durante los días que he estado aquí, me dio una infección. Estoy neutropénica, así que mis defensas literalmente están en 0. No puedo contra las bacterias yo sola, y lo que más me asusta son las infecciones. Estoy un poco traumatizada por las experiencias anteriores y cada vez que tengo fiebre me dan especies de ataques de pánico y lloro mucho porque sé lo que me va a suceder, pero mi mamá me calma. 
Era domingo en la noche y mi prima Mishelle me estaba acompañando, llegaron a tomarme los signos y la enfermera dijo "38.1 C" y yo grité "¿QUÉ?" No me sentía caliente ni nada pero avisé a mi médico y a mi mamá por teléfono. Ahí es cuando todo el drama que traen las infecciones comenzó... No sé si fue psicológico pero empecé a sentir la temperatura y los escalofríos. Debían poli-cultivarme porque necesitaban saber qué bacteria era y dónde estaba, entonces llegó la licenciada y tomó las muestra de sangre que en ese estado duele el doble. Luego, dijeron que deben quitarme el catéter central y el catéter periférico que tenía para que me transfundan sangre y plaquetas, pero antes tenían que pasar un poco de agua y el dolor que se siente cuando está tapado y mandan agua, es horrible. No puedo evitar gritar. Finalmente, deben ponerme una vía nueva para pasar los antibióticos, *Dios, déjenme respirar un poco al menos*, las licenciadas siempre tienen problemas con canalizarme, mis venas son muy finas y pequeñas, es un doloroso logro ponerme un suero, pasaron 20 minutos buscando en la mano izquierda porque en la derecha estaba la vía anterior y estaba sensible todavía. No había venas buenas. Le dije a la licenciada que buscara en la derecha y me dijo "Pero mamita, ¿no te duele?" Yo respondí "Me duele muchísimo pero no hay de otra". Me amarró el guante y yo sentía que la vena donde me habían quitado el catéter iba a explotar, movía mi mano para todos lados, le daba palmadas para buscar una vena y yo solo respiraba profundo, trataba de concentrarme en otra cosa que no fuera el dolor. Solo repetía en mi mente *por favor, por favor que la encuentre* hasta que dijo que encontró una, me pinchó y fue un éxito. Todas exhalamos aliviadas. He notado que aquí las licenciadas antes de pincharme rezan en voz baja. Ninguna ha fallado. 
A los 26 días he sido liberada. Sí, llevo la cuenta. Estaba tan emocionada que a cada enfermera que entraba a mi habitación le decía "Me voyyy, hoy me voooooooy" ellas solo sonreían y decían que estaban felices por mi. Se sintió un poco extraño volverme a poner un pañuelo en la cabeza, es como que usar eso o no tener cabello automáticamente te etiqueta como una persona con cáncer. Los primeros segundos mirándome en el espejo me sentí extraña, luego sonreí y me dije a mi misma *No se ve tan mal* 
Se siente un gran alivio estar en casa. Aunque estoy en la habitación se siente bien saber que mi familia está ahí afuera, cerca de mi. Cuando salí del hospital y me subí al taxi, mientras recorríamos las calles veía a todas esas personas caminando afuera, libres. Pensaba en lo afortunados que todos ellos son y ni siquiera lo saben. Los envidiaba bastante. Tengo que regresar al hospital en 2 semanas y ya estoy mentalizándome para aguantar porque por lo que sé, será una estadía igual o más larga. No me gusta estar en el hospital porque mis días son todos iguales, si me preguntan sobre algo de los días anteriores no puedo estar segura sobre si sucedió 2 días atrás o en la misma semana o el día anterior. Siento como que lo único que hago cada día es tratar de terminarlo a salvo. Mi vida se convirtió en un constante: "Estoy bien, no tengo fiebre, no me duele esto, no tengo molestia en la garganta, he orinado tantas veces" y si esas son las respuestas entonces ha sido un buen día. 

sábado, 5 de septiembre de 2015

¿Cómo me siento?

Entre las palabras de apoyo de mis conocidos e incluso las de otras personas que leen mi blog, está la frase: "No puedo imaginar como te debes sentir", y pensé que sería una buena idea tratar de explicar cómo me siento porque esta vez fue totalmente distinta a la anterior. 
Llevo 18 días encerrada en el mismo hospital, en la misma habitación, en la misma cama y tengo entendido que pasaré una semana más aquí, pero estoy tranquila, sé que lo puedo soportar. 
Ha sido todo un proceso poder recuperar mi estado de ánimo normal. Siempre fui una persona muy alegre, sonriendo mucho y haciendo bromas, pero desde que me dijeron que tengo una recaída, después del colapso en la sala de mi casa, yo simplemente no podía dejar de llorar. Las lágrimas salían solas y no intentaba contenerlas, ya no me importaba que me vieran llorar, es más, yo quería que me vieran llorar. Quería que todos vieran que estaba sufriendo. No se puede ser fuerte todo el tiempo. No es sano. Yo necesitaba llorar. No quería que me dijeran que debería estar agradecida porque, aunque con mucho esfuerzo, mis padres podían pagar mi tratamiento, no aguantaba que me dijeran que debería darle gracias a Dios porque sucedió ahora y no posteriormente cuando las cosas podrían verse mucho más serias. ¿Qué tenía que agradecerle? ¿Estar en una cama de hospital a los 20 años cuando podía estar haciendo cualquier otra cosa? ¿Agradecer que tengo que retrasarme en la universidad y que ya no llegaré a ir al hospital con mis amigos ni me graduaré con ellos cuando seamos médicos? ¿Agradecer que el resto de las personas vive una vida normal y yo tendré que pasar por el infierno otra vez? ¿Eso es lo que querían que yo agradeciera?. Sí, estaba enojada. Dicen que las adversidades lo apegan a uno más a Dios pero conmigo sucede lo contrario. Me crié en una familia católica y es un poco difícil escribir estas cosas pero es mi verdad y es como me siento. 
Pasé muchos días así, no sonreía, no me levantaba de la cama, no hablaba con nadie o lo hacía muy poco. Veía la cara de preocupación de las personas a mi alrededor pero de todos modos no intenté arreglarlo. Supongo que estar debilitada por las quimioterapias influyó en que mi estado de ánimo no pudiera mejorar rápido, y caí en un estado de depresión del que no quería salir. No quería luchar contra eso, solo quería que me dejaran llorar, me sentía miserable. 
Traté mal a algunas personas, incluso a mi doctora. Luego, mandaron a un psicólogo para que hablara conmigo. Cuando llegó el doctor, al que ni siquiera le presté atención a su nombre, se sentó y hablamos. Abrí la boca y empecé a llorar. Trataba de respirar pero hablar y llorar es muy difícil. Al final le dije como me sentía. Le dije la verdad. Le dije que sentía que esto era una pesadilla de la que no podía despertar, pero que cada vez se volvía más real y real. Le dije que sentía que todo lo que ya pasé desde el 2012 no había servido para nada, que todo el sufrimiento había sido en vano porque de todos modos estoy enferma otra vez. Le dije que sentía que estaba desperdiciando mi vida porque ahora debía estar encerrada aquí, por quien sabe cuánto tiempo. Él me escuchó, dijo que yo era una "ganadora" y me pareció comiquísimo, no sé como me aguanté las ganas de reír,  dijo más cosas pero esas me las voy a reservar. Le dije que me parecía exagerada la reacción de todos, que yo sabía que iba a salir de esto y que sabía que no iba a morir. Le dije también, que necesitaba llorar y que ya había hablado con mi mamá sobre eso. Finalmente, le dije que sabía que esta actitud iba a mejorar muy pronto y que solo necesitaba un poco más de tiempo para aceptarlo. No he vuelto a ver al doctor. 
Pensé en las razones por las que estaba tan deprimida y encontré demasiadas. Lo que más me duele de todo esto es tener que retirarme de la universidad por un semestre o no sé si sea por más tiempo. Tengo un grupo de amigos con los que empecé la carrera y me gustaría terminarla con ellos, e ir al hospital juntos, pero eso ya no se dará. Puede que suene un poco tonto, pero estaba estudiando muy duro porque quería quedar entre los mejores promedios de este ciclo, pero no se dará. Quería sacar la licencia de conducir en estas vacaciones para robarme el carro y dejar de coger la metro, epero no se dará. Estaba haciendo ejercicio porque quería irme de vacaciones a la playa, ponerme un bikini y sentirme cómoda. Quería pedirle al Dr. Mena que me dejara ser su ayudante de cátedra una vez que haya terminado el ciclo porque me encanta farmacología práctica, pero no se dará. Tenía muchos planes. Tenía muchas cosas que quería hacer y ninguna de estas se dará. Otra cosa fue que yo estaba muy feliz, mi cara se había deshinchado bastante, estaba recuperando el peso que siempre he tenido, mi cabello estaba lindo, rizado y largo. Ya me había acostumbrado a una vida normal y todo lo que una vez pasé, me parecía como un mal sueño, algo que no iba a volver a pasarme, algo que pronto olvidaría, pero volvió. 
Con respecto a Dios, hay algo que sí entendí. Y es que soy alguien bendecida, ahora me atiendo en SOLCA y he visto muchas cosas. La cara de desesperación de las personas porque les falta $22 para comprar algo. Las salas de espera, llenas de personas que se ven debilitadas y deben esperar horas hasta que les llegue su turno, en cambio a mi no me falta nada. Lucho por conservar mi fe porque siempre he creído en que uno debe aferrarse a algo más grande que nosotros pero es difícil. Tal vez Dios no se enoje tanto conmigo al ver que por lo menos lo intento.