Aprovechando que he decidido tomarme unas horas de la mañana para descansar antes de empezar mi día de estudios, haré lo que más me gusta: Escribir.
No he escrito hace mucho tiempo y la verdad es que ya me hacía falta, mi vida se ha vuelto más normal porque ya no tengo que ir al hospital tan seguido, sólo debo tomar pastillas diarias pero creo que ya me he acostumbrado a eso y para mi no es ningún problema. En mis vacaciones la he pasado muy bien, he disfrutado y me he olvidado por un rato de todo. Se siente tan bien dejar la rutina, aunque sea por un par de semanas.
Han pasado muchas cosas interesantes esta semana, he empezado la universidad nuevamente, me he encontrado con muchos de mis amigos en el curso en el que estoy pero mi horario es demasiado cansado, 43veces a la semana debo estar desde antes de las 7:00 AM hasta más de las 8:30 PM. Al terminar esta semana he sentido que ya llevo muchísimo tiempo en clases, ha sido cansadísimo. Pero he decidido hacer mi mejor esfuerzo, no es cuestión de ser el mejor sino de dar lo mejor y a veces eso da recompensas y terminas entre los mejores promedios de tu ciclo *como me pasó* :)
Las clases son muy interesantes, bioquímica me encanta la cátedra del doctor con el que he escogido, neuroanatomía es estresante, el doctor está sentado en el escritorio a las 6:30 AM (no sé si antes porque no he llegado antes de esa hora), se pone una silla adelante y él llama según su lista a una persona para que le hable del tema que él le pregunta, aunque no es una persona de apariencia intimidante, su edad y su sabiduría lo son. Aún no he sido una de los afortunados en salir adelante pero espero no quedar en vergüenza en el momento que hhlo haga, para eso estudio muchísimo. La verdad neuroanatomía no es algo que me emocione demasiado, pero es algo que debo dominar.
Ya ha transcurrido otra semana de clases y he hablado con uno de mis nuevos amiguitos sobre mi enfermedad, siempre olvido que los demás no están tan relacionados con la palabra "cáncer" como yo, y para ellos es muy chocante cuando se enteran de que yo, que me veo tan normal, esté pasando por algo así cuando ellos jamas se lo hubiesen imaginado gracias a mi aspecto, hablar con él me hizo recordar muchas cosas que enfrenté y que no he escrito. Así que compartiré un par hoy.
Recuerdo claramente, era octubre del 2012 había empezado una fase de consolidación de quimioterapias (las mas duras del periodo) mis defensas habían caído dramáticamente y estaba muy vulnerable. Cuando era hora de canalizarme la vía (pinchando en el implantofix ) la licenciada se equivocó así que saco la aguja y volvió a pincharme y antes de que yo pudiera decir "¡NO!" la aguja ya estaba adentro, yo sabía que iba suceder, sabía que eso me provocaría una infección, pero tenía fe.... tal vez Dios no dejaría que suceda, tal vez tendría suerte y tal vez, solo tal vez, yo terminaría esa sesión y podría regresar a mi casa por un par de días antes de empezar la siguiente semana de quimios en el hospital, pero no... al siguiente día, me sentía tibia, pies y manos helados y me venían pequeños escalofrios. Ya sabia que significaba eso, pero seguía con fe, tal vez la quimioterapia estaba reaccionando de esa manera, jaja siempre tratando de ser positiva jaja. La temperatura empezó a subir muy rápido y llegaron los laboristas, uno tras otro a sacar sangre y mas sangre, imágenes, tomografias, rayos X y todos los exámenes posibles para saber qué había sucedido. Al final era una bacteria en mi implante. como estaba tan sensible, los síntomas no fueron muy suaves. Mis fiebres subían a 39,5 ºC, escalofrios y yo no tenia fuerzas ni para ir al baño, aguantaba lo más posible, mi hermana me daba de comer porque no podía levantar mis brazos, y las nauseas, ay no, las nauseas. Así fue como pasé un par días, empezaron a controlar mis fiebres, mi doctora dijo que después de pasar 48 horas sin fiebre, tendría que pasar 3 días más con antibioticos y que después podría irme a casa. Así que cada vez que mi fiebre se quitaba, yo empezaba a contar las horas... 8 horas, 12 horas, 15, ¡que felicidad! Hasta que en la madrugada solo escuchaba una voz que me decía "Andreita, chiquita tienes fiebre otra vez, tengo que llamar a la doctora, ya te traigo hielo... esperame" Que frustración, tenía que empezar a contar las horas otra vez, eso como mínimo significaban 4 días mas en ese hospital. Ya tenía 10 días ahí, y empecé a deprimirme, estaba cansada, ya no quería estar así, quería que todo acabara... Sentía que la vida se me estaba yendo. ¿Por qué tenía que ser yo la niña enferma?¿Por qué no podía estar en el colegio con mis amigos? ¿Por qué estaba desperdiciando mi adolescencia en un hospital? Hay una sola respuesta y es muy simple: Porque quiero vivir.
Mi prima Marisol fue uno de esos días a visitarme, hizo que me levantara, que caminara un poco, me habló y me hizo compañía, ella me dio un poco de la fuerza que me faltaba para seguir y así lo hice. Empecé a mejorar y salí del hospital en 5 días más :). Lo que aprendí de esto, es que la compañía de las personas que amamos, en momentos como estos son de mucha importancia.. Yo lo veo así: Las personas a nuestro al rededor son como pilares, cuando resbalamos y no tenemos fuerza para levantarnos solos, nos apoyamos en ellos, y así es un poco más fácil. Un poco de tu tiempo, tu compañía podría darle la fuerza necesaria a alguien para levantarse cuando está hundiendose en la depresión... ahora si, a estudiar neuro porque tengo que aprovechar el tiempo jajaj espero encontrar otro momento para escribir :) pero antes, debo admitir que me encanta decir que estos son solo recuerdos.