sábado, 21 de noviembre de 2015

Las siete plagas

En cada ingreso espero lo mismo: entrar al hospital, hacer mis quimioterapias, bajar mis células a cero, esperar a que salgan otra vez e irme a mi casa. Todo eso en un periodo de 21-30 días. Nunca sucede así. 
Siempre les digo a las enfermeras que no entiendo por qué me pasan todas estas cosas, ellas dicen que soy la mejor paciente y que colaboro bien y que conmigo las cosas son más fáciles, a pesar de mi buen comportamiento siempre debe pasar algo y este ingreso no fue la excepción.
Todo iba perfecto, yo estaba en la etapa en la que mis defensas estaban en 0 (neutropénica) y solo tenía que esperar unos días más hasta recuperarme e irme a casa. Me dio fiebre una madrugada, llamamos al médico residente y siguieron el protocolo para saber qué estaba causando la fiebre pero no pudieron contactar a mi médico tratante en ese momento, usualmente los antibióticos se ponen una vez que se toman las muestras pero como no contactaron a mi médico para que lo autorizara, el médico residente no quiso tomar la responsabilidad y dijo que no podía hacer nada hasta recibir una orden. Pasaron 7 horas hasta que me colocaron los antibióticos a la mañana siguiente. El punto es, que me di cuenta que debido al miedo a las nuevas leyes impuestas no me quisieron atender  por miedo a tomar una responsabilidad. Yo no sé mucho de medicina y tampoco sé de leyes pero lo que si sé es que un paciente que no tiene células blancas para defenderse por sí mismo, si presenta fiebre debe recibir antibióticos en ese momento y creo que un médico residente tiene suficiente conocimiento para saber cuales son los que podría administrar. No culpo a nadie, solo al sistema que está haciendo que profesionales tengan miedo de actuar solo porque no tienen "autorización".
A las 11 de la mañana me pusieron el medicamento para la fiebre y minutos después empecé a hacer una bacteriemia, fue el episodio más horrible y fuerte que haya tenido en toda mi vida. Los escalofríos hacían que me temblara todo el cuerpo mientras que mis piernas y manos estaban contraídos, me tiritaba la boca y la fiebre no cedía, sentía mucho dolor en la espalda y no podía levantarme, se me bajó la presión y tenía taquicardia. Me sentía a morir. Me decía a mi misma que podía resistir pero estaba muy asustada. Empecé a llorar, no sabía que hacer, el tiempo se me hacía eterno, no podía pensar en nada y no podía dejar de repetir "Por favor, por favor, ya no más, para". Sandra y mi mamá estaban conmigo. No podían administrarme más medicación para la fiebre así que yo debía resistir sola. Siempre he pensado que las mamás tienen un sexto sentido para lo que es mejor para sus hijos, no importa qué, ellas encuentran la forma de hacer que se sientan mejor, mi mamá calentó agua en el microondas y quemándose los dedos puso el agua en una pequeña tina, metí los pies ahí y los escalofríos empezaron a parar. Tuve un poco de fuerzas para levantarme del mueble e ir hacia la cama pero cuando intenté pararme sentí que iba a desmayarme, estaba exhausta. En la cama, mi mamá puso agua caliente en unos guantes y los puso en mis pies para que los escalofríos no volvieran, se sentía tan bien, aunque la fiebre no bajaba aún. Me quedé varias veces dormida, sentía que habían pasado horas pero solo era un par de minutos. Mientras estaba con escalofríos pensaba en que las cosas se podían poner realmente malas para mí si la fiebre no bajaba, estaba en shock séptico y tenía miedo, ya me imaginada en la sala de cuidados intensivos. Cuando pararon, sabia que volverían en un par de horas y mientras más pasaba el tiempo, más miedo tenía. Cuando la temperatura empezaba a subir yo rogaba que no volvieran, y no lo hicieron. Recibí antibióticos y la fiebre  paró. 
A los tres días de estar en tratamiento para la infección, mi medico dijo que mis células ya habían salido pero que no podía ir a casa hasta terminar el protocolo de antibióticos (4 días más) ¡qué frustración! Si esa bacteria de porquería no me hubiera atacado yo ya habría estado en casa, Ugh. Constantemente me decía "Está bien Carolina, cuatro días más, ¿Qué son cuatro días?". Me sentía bastante normal, estaba esperando cumplir el protocolo cuando una noche al acostarme sentí una presión en el pecho que no me dejaba respirar profundamente, pensé que tal vez era algún efecto secundario de todos los antibióticos que recibía, la siguiente noche pasó igual. En la tarde mis amigos Eduardo y Jorge fueron a visitarme y jugamos toda la tarde, en la noche sentí mi abdomen raro y me dolía. Llamé a la médico residente para que me examinara y dijo que lo tenía distendido, le dije que sentía que me faltaba el aire y sobre aquella presión que sentía al acostarme las noches anteriores, me auscultó y verificó mi saturación de oxígeno dijo "Tu saturación es normal y estas ventilando bien, no te pasa nada" tomé unas pastillas y mi querida hermana tuvo que hacer un viaje desde mi casa al hospital llevándome agua de orégano. Sentía que mi vientre explotaría, la presión en mi pecho ya no era solo al acostarme sino que aparecía al estar sentada también. Intenté dormir pero no lo logré, pensé que si tal vez ponía la cama en una posición donde mi cuerpo estuviera como en una silla y un par de almohadas lograría dormir un poco, funcionó un par de veces. Cuando me levantaba al baño, debía quedarme sentada al borde de la cama un momento porque los movimientos bruscos hacían que me ahogara y empezara a toser. Mi mamá avisó a mi médico y ella llegó temprano en la mañana a revisarme. Me hicieron unos Rayos X para ver mis pulmones, y cuando estaba esperando a la persona que me iba a regresar a la habitación vi una placa de rayos X en un monitor, ahí habían sombras negras que pintaban ambos pulmones, me dije a mi misma "Dios, esa persona sí que está bien jodida" luego reaccioné y dije "¡Mierda, no puede ser! Eso no puede ser mío... Señorita, disculpe... ¿Esa placa es mía?" -"Sí, señorita" solo con ese pequeño vistazo, yo sabia que estaba más que fregada. 
Mis ilusiones de salir de alta se rompieron, sabía que no estaba en una buena condición y que tal vez tendría que estar como poquito dos semanas más. Me pusieron oxígeno para poder respirar y recibía terapia respiratoria también. Me diagnosticaron neumonía bacteriana, mis pulmones estaban llenos hasta la mitad de agua porque había sufrido derrames plurales. Mi abdomen empezó a disminuir de tamaño. Levantarme bruscamente de la cama hacía que me faltara el aire, era desesperante. Una vez más me sentí frustrada, no terminaba de salir de una para entrar en otra, pasé los días mejorando poco a poco. Hacía ejercicios de respiración todos los días, cada dos horas durante diez minutos. A los seis días me dieron el alta, mi recuperación fue mucho más rápida de lo que se esperaba. Estar en casa es lo más cercano a libertad que tengo y me encanta. 
No había hecho la publicación antes porque me costó un poco escribirla, de verdad tuve un mal rato, nunca antes me había sentido tan asustada de que mi condición empeorara. Ya había sobrevivido a eso así que no quería hablar más del tema. Estuve 2 semanas en mi casa pero he vuelto al hospital para retomar mi tratamiento, estoy tranquila... Una vez más espero que nada malo pase y pueda irme a casa en el menor tiempo posible, ya veremos que tal me va. 

martes, 15 de septiembre de 2015

El encierro

Sigo en el hospital, y está bien. O sea no está bien, la verdad anhelo acostarme en mi propia cama y poder dormir la noche entera sin ser despertada cada vez que vienen a ponerme medicina o cada vez que a la bendita máquina se le ocurre pitar. Quisiera poder caminar en paz sin tener que arrastrar el tubo de los sueros por todos lados. Quisiera mi vida de vuelta...
Durante los días que he estado aquí, me dio una infección. Estoy neutropénica, así que mis defensas literalmente están en 0. No puedo contra las bacterias yo sola, y lo que más me asusta son las infecciones. Estoy un poco traumatizada por las experiencias anteriores y cada vez que tengo fiebre me dan especies de ataques de pánico y lloro mucho porque sé lo que me va a suceder, pero mi mamá me calma. 
Era domingo en la noche y mi prima Mishelle me estaba acompañando, llegaron a tomarme los signos y la enfermera dijo "38.1 C" y yo grité "¿QUÉ?" No me sentía caliente ni nada pero avisé a mi médico y a mi mamá por teléfono. Ahí es cuando todo el drama que traen las infecciones comenzó... No sé si fue psicológico pero empecé a sentir la temperatura y los escalofríos. Debían poli-cultivarme porque necesitaban saber qué bacteria era y dónde estaba, entonces llegó la licenciada y tomó las muestra de sangre que en ese estado duele el doble. Luego, dijeron que deben quitarme el catéter central y el catéter periférico que tenía para que me transfundan sangre y plaquetas, pero antes tenían que pasar un poco de agua y el dolor que se siente cuando está tapado y mandan agua, es horrible. No puedo evitar gritar. Finalmente, deben ponerme una vía nueva para pasar los antibióticos, *Dios, déjenme respirar un poco al menos*, las licenciadas siempre tienen problemas con canalizarme, mis venas son muy finas y pequeñas, es un doloroso logro ponerme un suero, pasaron 20 minutos buscando en la mano izquierda porque en la derecha estaba la vía anterior y estaba sensible todavía. No había venas buenas. Le dije a la licenciada que buscara en la derecha y me dijo "Pero mamita, ¿no te duele?" Yo respondí "Me duele muchísimo pero no hay de otra". Me amarró el guante y yo sentía que la vena donde me habían quitado el catéter iba a explotar, movía mi mano para todos lados, le daba palmadas para buscar una vena y yo solo respiraba profundo, trataba de concentrarme en otra cosa que no fuera el dolor. Solo repetía en mi mente *por favor, por favor que la encuentre* hasta que dijo que encontró una, me pinchó y fue un éxito. Todas exhalamos aliviadas. He notado que aquí las licenciadas antes de pincharme rezan en voz baja. Ninguna ha fallado. 
A los 26 días he sido liberada. Sí, llevo la cuenta. Estaba tan emocionada que a cada enfermera que entraba a mi habitación le decía "Me voyyy, hoy me voooooooy" ellas solo sonreían y decían que estaban felices por mi. Se sintió un poco extraño volverme a poner un pañuelo en la cabeza, es como que usar eso o no tener cabello automáticamente te etiqueta como una persona con cáncer. Los primeros segundos mirándome en el espejo me sentí extraña, luego sonreí y me dije a mi misma *No se ve tan mal* 
Se siente un gran alivio estar en casa. Aunque estoy en la habitación se siente bien saber que mi familia está ahí afuera, cerca de mi. Cuando salí del hospital y me subí al taxi, mientras recorríamos las calles veía a todas esas personas caminando afuera, libres. Pensaba en lo afortunados que todos ellos son y ni siquiera lo saben. Los envidiaba bastante. Tengo que regresar al hospital en 2 semanas y ya estoy mentalizándome para aguantar porque por lo que sé, será una estadía igual o más larga. No me gusta estar en el hospital porque mis días son todos iguales, si me preguntan sobre algo de los días anteriores no puedo estar segura sobre si sucedió 2 días atrás o en la misma semana o el día anterior. Siento como que lo único que hago cada día es tratar de terminarlo a salvo. Mi vida se convirtió en un constante: "Estoy bien, no tengo fiebre, no me duele esto, no tengo molestia en la garganta, he orinado tantas veces" y si esas son las respuestas entonces ha sido un buen día. 

sábado, 5 de septiembre de 2015

¿Cómo me siento?

Entre las palabras de apoyo de mis conocidos e incluso las de otras personas que leen mi blog, está la frase: "No puedo imaginar como te debes sentir", y pensé que sería una buena idea tratar de explicar cómo me siento porque esta vez fue totalmente distinta a la anterior. 
Llevo 18 días encerrada en el mismo hospital, en la misma habitación, en la misma cama y tengo entendido que pasaré una semana más aquí, pero estoy tranquila, sé que lo puedo soportar. 
Ha sido todo un proceso poder recuperar mi estado de ánimo normal. Siempre fui una persona muy alegre, sonriendo mucho y haciendo bromas, pero desde que me dijeron que tengo una recaída, después del colapso en la sala de mi casa, yo simplemente no podía dejar de llorar. Las lágrimas salían solas y no intentaba contenerlas, ya no me importaba que me vieran llorar, es más, yo quería que me vieran llorar. Quería que todos vieran que estaba sufriendo. No se puede ser fuerte todo el tiempo. No es sano. Yo necesitaba llorar. No quería que me dijeran que debería estar agradecida porque, aunque con mucho esfuerzo, mis padres podían pagar mi tratamiento, no aguantaba que me dijeran que debería darle gracias a Dios porque sucedió ahora y no posteriormente cuando las cosas podrían verse mucho más serias. ¿Qué tenía que agradecerle? ¿Estar en una cama de hospital a los 20 años cuando podía estar haciendo cualquier otra cosa? ¿Agradecer que tengo que retrasarme en la universidad y que ya no llegaré a ir al hospital con mis amigos ni me graduaré con ellos cuando seamos médicos? ¿Agradecer que el resto de las personas vive una vida normal y yo tendré que pasar por el infierno otra vez? ¿Eso es lo que querían que yo agradeciera?. Sí, estaba enojada. Dicen que las adversidades lo apegan a uno más a Dios pero conmigo sucede lo contrario. Me crié en una familia católica y es un poco difícil escribir estas cosas pero es mi verdad y es como me siento. 
Pasé muchos días así, no sonreía, no me levantaba de la cama, no hablaba con nadie o lo hacía muy poco. Veía la cara de preocupación de las personas a mi alrededor pero de todos modos no intenté arreglarlo. Supongo que estar debilitada por las quimioterapias influyó en que mi estado de ánimo no pudiera mejorar rápido, y caí en un estado de depresión del que no quería salir. No quería luchar contra eso, solo quería que me dejaran llorar, me sentía miserable. 
Traté mal a algunas personas, incluso a mi doctora. Luego, mandaron a un psicólogo para que hablara conmigo. Cuando llegó el doctor, al que ni siquiera le presté atención a su nombre, se sentó y hablamos. Abrí la boca y empecé a llorar. Trataba de respirar pero hablar y llorar es muy difícil. Al final le dije como me sentía. Le dije la verdad. Le dije que sentía que esto era una pesadilla de la que no podía despertar, pero que cada vez se volvía más real y real. Le dije que sentía que todo lo que ya pasé desde el 2012 no había servido para nada, que todo el sufrimiento había sido en vano porque de todos modos estoy enferma otra vez. Le dije que sentía que estaba desperdiciando mi vida porque ahora debía estar encerrada aquí, por quien sabe cuánto tiempo. Él me escuchó, dijo que yo era una "ganadora" y me pareció comiquísimo, no sé como me aguanté las ganas de reír,  dijo más cosas pero esas me las voy a reservar. Le dije que me parecía exagerada la reacción de todos, que yo sabía que iba a salir de esto y que sabía que no iba a morir. Le dije también, que necesitaba llorar y que ya había hablado con mi mamá sobre eso. Finalmente, le dije que sabía que esta actitud iba a mejorar muy pronto y que solo necesitaba un poco más de tiempo para aceptarlo. No he vuelto a ver al doctor. 
Pensé en las razones por las que estaba tan deprimida y encontré demasiadas. Lo que más me duele de todo esto es tener que retirarme de la universidad por un semestre o no sé si sea por más tiempo. Tengo un grupo de amigos con los que empecé la carrera y me gustaría terminarla con ellos, e ir al hospital juntos, pero eso ya no se dará. Puede que suene un poco tonto, pero estaba estudiando muy duro porque quería quedar entre los mejores promedios de este ciclo, pero no se dará. Quería sacar la licencia de conducir en estas vacaciones para robarme el carro y dejar de coger la metro, epero no se dará. Estaba haciendo ejercicio porque quería irme de vacaciones a la playa, ponerme un bikini y sentirme cómoda. Quería pedirle al Dr. Mena que me dejara ser su ayudante de cátedra una vez que haya terminado el ciclo porque me encanta farmacología práctica, pero no se dará. Tenía muchos planes. Tenía muchas cosas que quería hacer y ninguna de estas se dará. Otra cosa fue que yo estaba muy feliz, mi cara se había deshinchado bastante, estaba recuperando el peso que siempre he tenido, mi cabello estaba lindo, rizado y largo. Ya me había acostumbrado a una vida normal y todo lo que una vez pasé, me parecía como un mal sueño, algo que no iba a volver a pasarme, algo que pronto olvidaría, pero volvió. 
Con respecto a Dios, hay algo que sí entendí. Y es que soy alguien bendecida, ahora me atiendo en SOLCA y he visto muchas cosas. La cara de desesperación de las personas porque les falta $22 para comprar algo. Las salas de espera, llenas de personas que se ven debilitadas y deben esperar horas hasta que les llegue su turno, en cambio a mi no me falta nada. Lucho por conservar mi fe porque siempre he creído en que uno debe aferrarse a algo más grande que nosotros pero es difícil. Tal vez Dios no se enoje tanto conmigo al ver que por lo menos lo intento. 

jueves, 20 de agosto de 2015

La recaída

Pensé que mi inspiración para escribir había cesado, pensé que tal vez mi vida se había vuelto tan normal y parecida a la de los demás que ya no había motivo para relatarla. No he pensando en un nombre para esta publicación porque el único que se me ocurre, me aterra. 
Estoy esperando unos resultados antes de publicarla, nunca antes me había sentido tan ansiosa, me siento asustada, más que asustada... Me siento aterrada. No me cabe en la cabeza la idea de que yo pueda tener una recaída. Es que no puede ser posible, la vida no puede ser así de cruel. No le pueden detectar leucemia a la misma mujer tres veces en su vida, si tan solo ha vivido 20 años.
No me había sentido indispuesta, a veces me sentía cansada pero eso no es nada extraño en mi. Lo único raro es que tenía muchos hematomas. Me hicieron exámenes y mis plaquetas habían bajado, repitieron los exámenes 4 días después y habían bajado aún más. No había razón, solo les dio la gana de irse de mi cuerpo. Me realizaron una biopsia de médula y otros exámenes más, y la actitud de las personas a mi alrededor me dio una señal de alerta, pensé: *Carolina, creo que algo anda mal, todos tienen cara de asustados* bueno, traté de no pensar en eso, para mí era un examen de rutina y nada más. Es que no podía ser posible. Le pregunté a mi mamá si la doctora pensaba que tenía una recaída y dijo que si, dijo que en los exámenes de sangre había salido algo extraño y que esa era la razón de los demás exámenes; eso sí me asustó, sabía que ahora habían indicios y los "indicios" no son ninguna cosa buena en pacientes en tratamiento. 
Hoy llegaron los resultados. He pasado llorando desde ayer, mi sexto sentido me decía que algo no estaba bien y me estaba preparando psicológicamente para cuando me dieran la noticia. Sabía exactamente la reacción que tendría cuando me lo informaran, me dije a mi misma que si me decían que otra vez estaba enferma preferiría morir, incluso pensé en maneras de como hacerlo: Tomar muchas pastillas o cortarme las venas o hacer cualquier cosa, no quería pasar por todo lo que ya pasé, en el fondo tenía la esperanza de que Dios no dejaría que se repitiera, porque se supone que Dios es bueno, porque siento que ya tuve suficiente sufrimiento, creo que ya me quedó claro el punto este de la superación, de la fuerza, de no rendirse jamás, pero tal vez Él considera que no he tenido suficiente aún y que necesita ponerme la vida difícil un rato más.
Hoy en la mañana, mi mamá me llamó y me dijo que la doctora ya tenía los resultados de las biopsias y que quería hablar con ella, así que yo debía regresar temprano a la casa. Se me erizó la piel. ¿Para qué mi mamá necesitaba que yo fuera a la casa tan temprano? Ya sabía lo que me iba a decir pero esperaba estar equivocada, antes de ir a la casa Ana y yo entramos a la iglesia de la universidad. Hicimos una oración. Miré al Cristo crucificado y dije "No me hagas esto, por favor". Nos persignamos y nos fuimos. 
Lloré todo el camino hasta la casa, trataba de calmarme a mi misma diciéndome *Ya vas a ver que estas llorando por gusto Carolina, no seas boba y no te desgastes, verás que no es nada*, pero no funcionaba, algo dentro de mi me anunciaba lo que me iban a decir y yo no quería llegar a la casa. 
Cuando llegué a mi hogar, fui a buscar a mi mamá, y cuando ella dijo "Siéntate aquí mijita, tenemos que conversar *yo solo pensaba en *No llores, no llores, respira mierda, respira* me dijo lo que ya esperaba escuchar, dijo que tengo una recaída. Lloré, grité, me tiré al piso, no podía creer que en realidad esto estaba pasando. Yo solo pensaba en *Tienes que despertar Carolina, esto es una pesadilla, ¡despierta ya!* pero nunca desperté. 
Mis padres me abrazaron, me dijeron que siempre estarían conmigo, que harán todo lo que sea necesario para que yo me cure definitivamente, y lo sé, ellos son unos maravillosos padres. Ana también ha estado aquí,  llorando conmigo jajaj. El doctor cantante fue a verme también, me regaló su pañuelo para secarme las lágrimas (cosas de ancianos) y darme un poco de apoyo moral. He llorado tanto que no entiendo cómo aún no me he secado. Aún no termino de hablar con todo mi grupo de amigos para que sepan de lo que ha sucedido, es que todo ha sido tan rápido. Algunos de mis familiares lo saben, otros muy probablemente se estén enterando al leer esta publicación. 
No voy a quitarme la vida, solo fue un pensamiento esporádico, matarme es algo que no podría hacer, me gusta mucho vivir y me da mucho miedo lastimarme a mi misma como para hacer algo que me dañe. Así que el suicidio está descartado jajaj. Creo que un pensamiento de esa naturaleza solo le vienen a las personas cuando se derrumban, y yo estaba en el piso. Además, no sé hacer otra cosa que luchar, yo no sé cómo rendirme. Lo intentaría una y otra vez hasta que no haya una opción, lo intentaría todo, y eso es lo que haré, esto es solo un pequeño retraso en mi vida. No tengo opción a quejarme, ¿qué puedo decir? ¿Qué puedo hacer? Nada, no existe nada que yo pueda hacer, no puedo controlar esto. Yo solo puedo aceptar mi destino.   Y es este.

sábado, 13 de junio de 2015

Tercer aniversario

Un día como hoy pero hace tres años empecé mis quimioterapias. Recuerdo que estaba ansiosa pero no asustada, quería que empiecen lo más pronto posible para que acaben lo más pronto posible. Recuerdo despedirme de mi mamá de lejos porque tenía gripe y yo corría el riesgo de contagiarme, pero Ana estaba ahí, ella siempre estaba ahí. 
La licenciada llegó con un pequeño suero transparente y lo conectó a la máquina y yo pensé -"¿Eso es todo? Ah... sí, eso es todo" pasaron un par de horas y mi estómago empezó a protestar, sentía bombardeos en la zona donde había estado el tumor. -"Ana, me duele" la enfermera puso otra medicina más y pasó. No quería ir a dormir, pensaba en como mi vida había cambiado tan rápido, en un abrir y cerrar de ojos me habían dicho que tenía cáncer y que tenían que operarme y lo peor, que tenía que volver a quimioterapias. Pensaba en lo que sería de mi desde ese momento en adelante, pensaba que no quería dejar el colegio y pensaba que no quería ser una molestia para mi familia. 
Sufrí en silencio por un par de meses, lloraba cuando estaba sola en la habitación bueno, no solo lloraba... A veces gritaba. No lo hacía porque estuviese sola sino porque necesitaba desahogarme, sonreír y contestar "Estoy bien, no se preocupe" para evitar que las personas que amo sufrieran más de lo que ya estaban sufriendo me dejaba un poco exhausta. 
Pasé por muchas cosas en tres años, pero muy pocas veces pensé que algo malo podría sucederme, siempre supe que me curaría y que para eso debía mantenerme fuerte y ser muy, muy, muy paciente porque me esperaba un largo camino por recorrer. Pasé por un período de aislamiento total de casi 5 meses, veía a mi papá o a mi familia detrás de la ventana, mis utensilios eran hervidos, mi comida llegaba totalmente cubierta, mi ropa era planchada. Mi mamá, mi hermana, doña Nacho y yo cuidábamos que no hubiese riesgo de alguna infección (la mayoría sucedieron en el hospital). 
El tiempo pasó muy rápido, tres años se fueron volando. Prácticamente soy una persona sana, todo lo que pasé, todo por lo que hice pasar a mi familia es cosa del pasado. Y estoy agradecida, agradecida por tener una familia maravillosa que cuidó y cuida de mi en todo momento. 
Ahora estoy tratando de crear hábitos de ejercicio diario, tratar de alimentarme correctamente, tomar suficiente agua. Estoy en mi segundo año de medicina y cada vez me enamoro más de la carrera.
Me queda un año más de tratamiento, tal vez para mis 21 podré ser una mujer libre.  Tal vez para esa edad todo haya cambiando nuevamente. Eso es lo hermoso y trágico de la vida, es impredecible y me encanta. 

domingo, 15 de febrero de 2015

Día de la lucha contra el cáncer infantil: Flashback

Hoy 15 de febrero, después de una ofuscante celebración de San Valentín, se celebra el día mundial de la lucha contra el cáncer infantil. Resulta que esta fecha es especial para mi, debido a que yo también luché contra aquello cuando era pequeña. Me gustaría que este día fuese como san Valentín, las personas llenando de detalles a los niños en los hospitales, de que se hiciera tan popular como la otra fecha. El amor y la lucha van de la mano ¿verdad? ¿Por qué la fiesta no se puede extender un día más? 
Aunque hace casi un año vi en el resultado de mi biopsia "Médula libre de neoplasia" (libre de cáncer) por lo que pasé a una fase de remisión, no me dan el tan anhelado: -"Andrea Carolina, estas en remisión total. Estas totalmente curada" sigo tomando medicación, sigo poniéndome quimioterapia intravenosa una vez cada tres meses, sigo asistiendo a la universidad a pesar de las rabietas de mi doctora. 
Hay una parte de mi vida que no puedo olvidar y que me enseñó que cada vez que me caiga puedo levantarme y que si no puedo levantarme puedo arrastrarme hacia donde quiera ir. Creo que ese gran acontecimiento me hizo darme cuenta de que soy todo lo que quiero ser, porque puedo serlo. Ya había mencionado que una vez perdí la movilidad en mis piernas, ahora lo escribiré con mayor detalle. El orden de la medicación, es realmente importante. Después de recibir una dosis de quimioterapia intratecal o Intravenosa (no recuerdo muy bien) debo tomar, estrictamente  unas pastillas. No las tenía en ese momento así que no las tomé. Al siguiente día cuando intenté levantarme de la cama, me caí. Mis piernas no estaban funcionando, no recuerdo si sentía dolor, sólo recuerdo haber gritado llamando a mi mamá. Lo siguiente que recuerdo es estar en un consultorio donde una doctora haría punciones en mis piernas, tenía terror, pedí que llamarán a un anestesista, de verdad estaba tan asustada de esas agujas y aún no entiendo por qué. Recuerdo que dijo "¿Recuerdas como los bebés aprender a caminar? Primero gatean... Eso es lo que harás, vas a tener que aprender a caminar Carolina". Así fue como empecé a arrastrarme, a gatear, mi papá me enseñó a bajar las escaleras yendo de espaldas, agarrándome de cada peldaño para no caer. Empecé a hacer rehabilitación con electrodos para no perder la tonicidad de mis músculos, eso era lo mejor. Se sentía un hormigueo y veía como se contraían mis músculos. No me importaba arrastrarme, si esa era la manera de llegar donde quería, estaba bien. No recuerdo cuanto tiempo fui a rehabilitación. Sólo sé que recuperé la movilidad en las piernas y que puedo caminar ahora, pero no es sólo la experiencia física la que cuenta, es lo que eso simbolizó. En lugar de preguntarme por qué me estaba sucediendo eso a mi, precisamente a mi, me adapté. Fui a rehabilitación, aprendí de nuevo, di mis nuevos primeros pasos sola. 
La vida es hermosa, si tan sólo las personas se dieran cuenta de que en cada día, de que en cada experiencia hay una enseñanza. De que vivir es más que respirar, tal vez no hubiese tanta gente deprimida. De que somos capaces de ser felices con lo que realmente importa: familia, amor, salud.