En cada ingreso espero lo mismo: entrar al hospital, hacer mis quimioterapias, bajar mis células a cero, esperar a que salgan otra vez e irme a mi casa. Todo eso en un periodo de 21-30 días. Nunca sucede así.
Siempre les digo a las enfermeras que no entiendo por qué me pasan todas estas cosas, ellas dicen que soy la mejor paciente y que colaboro bien y que conmigo las cosas son más fáciles, a pesar de mi buen comportamiento siempre debe pasar algo y este ingreso no fue la excepción.
Todo iba perfecto, yo estaba en la etapa en la que mis defensas estaban en 0 (neutropénica) y solo tenía que esperar unos días más hasta recuperarme e irme a casa. Me dio fiebre una madrugada, llamamos al médico residente y siguieron el protocolo para saber qué estaba causando la fiebre pero no pudieron contactar a mi médico tratante en ese momento, usualmente los antibióticos se ponen una vez que se toman las muestras pero como no contactaron a mi médico para que lo autorizara, el médico residente no quiso tomar la responsabilidad y dijo que no podía hacer nada hasta recibir una orden. Pasaron 7 horas hasta que me colocaron los antibióticos a la mañana siguiente. El punto es, que me di cuenta que debido al miedo a las nuevas leyes impuestas no me quisieron atender por miedo a tomar una responsabilidad. Yo no sé mucho de medicina y tampoco sé de leyes pero lo que si sé es que un paciente que no tiene células blancas para defenderse por sí mismo, si presenta fiebre debe recibir antibióticos en ese momento y creo que un médico residente tiene suficiente conocimiento para saber cuales son los que podría administrar. No culpo a nadie, solo al sistema que está haciendo que profesionales tengan miedo de actuar solo porque no tienen "autorización".
A las 11 de la mañana me pusieron el medicamento para la fiebre y minutos después empecé a hacer una bacteriemia, fue el episodio más horrible y fuerte que haya tenido en toda mi vida. Los escalofríos hacían que me temblara todo el cuerpo mientras que mis piernas y manos estaban contraídos, me tiritaba la boca y la fiebre no cedía, sentía mucho dolor en la espalda y no podía levantarme, se me bajó la presión y tenía taquicardia. Me sentía a morir. Me decía a mi misma que podía resistir pero estaba muy asustada. Empecé a llorar, no sabía que hacer, el tiempo se me hacía eterno, no podía pensar en nada y no podía dejar de repetir "Por favor, por favor, ya no más, para". Sandra y mi mamá estaban conmigo. No podían administrarme más medicación para la fiebre así que yo debía resistir sola. Siempre he pensado que las mamás tienen un sexto sentido para lo que es mejor para sus hijos, no importa qué, ellas encuentran la forma de hacer que se sientan mejor, mi mamá calentó agua en el microondas y quemándose los dedos puso el agua en una pequeña tina, metí los pies ahí y los escalofríos empezaron a parar. Tuve un poco de fuerzas para levantarme del mueble e ir hacia la cama pero cuando intenté pararme sentí que iba a desmayarme, estaba exhausta. En la cama, mi mamá puso agua caliente en unos guantes y los puso en mis pies para que los escalofríos no volvieran, se sentía tan bien, aunque la fiebre no bajaba aún. Me quedé varias veces dormida, sentía que habían pasado horas pero solo era un par de minutos. Mientras estaba con escalofríos pensaba en que las cosas se podían poner realmente malas para mí si la fiebre no bajaba, estaba en shock séptico y tenía miedo, ya me imaginada en la sala de cuidados intensivos. Cuando pararon, sabia que volverían en un par de horas y mientras más pasaba el tiempo, más miedo tenía. Cuando la temperatura empezaba a subir yo rogaba que no volvieran, y no lo hicieron. Recibí antibióticos y la fiebre paró.
A los tres días de estar en tratamiento para la infección, mi medico dijo que mis células ya habían salido pero que no podía ir a casa hasta terminar el protocolo de antibióticos (4 días más) ¡qué frustración! Si esa bacteria de porquería no me hubiera atacado yo ya habría estado en casa, Ugh. Constantemente me decía "Está bien Carolina, cuatro días más, ¿Qué son cuatro días?". Me sentía bastante normal, estaba esperando cumplir el protocolo cuando una noche al acostarme sentí una presión en el pecho que no me dejaba respirar profundamente, pensé que tal vez era algún efecto secundario de todos los antibióticos que recibía, la siguiente noche pasó igual. En la tarde mis amigos Eduardo y Jorge fueron a visitarme y jugamos toda la tarde, en la noche sentí mi abdomen raro y me dolía. Llamé a la médico residente para que me examinara y dijo que lo tenía distendido, le dije que sentía que me faltaba el aire y sobre aquella presión que sentía al acostarme las noches anteriores, me auscultó y verificó mi saturación de oxígeno dijo "Tu saturación es normal y estas ventilando bien, no te pasa nada" tomé unas pastillas y mi querida hermana tuvo que hacer un viaje desde mi casa al hospital llevándome agua de orégano. Sentía que mi vientre explotaría, la presión en mi pecho ya no era solo al acostarme sino que aparecía al estar sentada también. Intenté dormir pero no lo logré, pensé que si tal vez ponía la cama en una posición donde mi cuerpo estuviera como en una silla y un par de almohadas lograría dormir un poco, funcionó un par de veces. Cuando me levantaba al baño, debía quedarme sentada al borde de la cama un momento porque los movimientos bruscos hacían que me ahogara y empezara a toser. Mi mamá avisó a mi médico y ella llegó temprano en la mañana a revisarme. Me hicieron unos Rayos X para ver mis pulmones, y cuando estaba esperando a la persona que me iba a regresar a la habitación vi una placa de rayos X en un monitor, ahí habían sombras negras que pintaban ambos pulmones, me dije a mi misma "Dios, esa persona sí que está bien jodida" luego reaccioné y dije "¡Mierda, no puede ser! Eso no puede ser mío... Señorita, disculpe... ¿Esa placa es mía?" -"Sí, señorita" solo con ese pequeño vistazo, yo sabia que estaba más que fregada.
Mis ilusiones de salir de alta se rompieron, sabía que no estaba en una buena condición y que tal vez tendría que estar como poquito dos semanas más. Me pusieron oxígeno para poder respirar y recibía terapia respiratoria también. Me diagnosticaron neumonía bacteriana, mis pulmones estaban llenos hasta la mitad de agua porque había sufrido derrames plurales. Mi abdomen empezó a disminuir de tamaño. Levantarme bruscamente de la cama hacía que me faltara el aire, era desesperante. Una vez más me sentí frustrada, no terminaba de salir de una para entrar en otra, pasé los días mejorando poco a poco. Hacía ejercicios de respiración todos los días, cada dos horas durante diez minutos. A los seis días me dieron el alta, mi recuperación fue mucho más rápida de lo que se esperaba. Estar en casa es lo más cercano a libertad que tengo y me encanta.
No había hecho la publicación antes porque me costó un poco escribirla, de verdad tuve un mal rato, nunca antes me había sentido tan asustada de que mi condición empeorara. Ya había sobrevivido a eso así que no quería hablar más del tema. Estuve 2 semanas en mi casa pero he vuelto al hospital para retomar mi tratamiento, estoy tranquila... Una vez más espero que nada malo pase y pueda irme a casa en el menor tiempo posible, ya veremos que tal me va.