Hoy, después de 10 días de
constante dolor, por fin me he podido levantar de la cama y he cogido un poco
de fuerzas para escribir. Pensé que este ciclo de quimioterapia sería igual a
todos los ciclos que he hecho previamente, pero como siempre, me equivoqué. Una
semana después de haber recibido mi dosis de quimioterapia empecé a sentir
algunos estragos: dolores de cabeza intensos, la mucosa de la boca se empezó a
irritar provocándome dolor al comer y no podía faltar mi mejor amiga: la fiebre.
Cabe recalcar que recibí este ciclo de quimioterapia porque cuando llegué aquí,
en los exámenes que me realizaron los resultados no fueron muy halagadores. El
porcentaje de enfermedad había aumentado y yo no entraba en el rango para poder
recibir la inmunoterapia por la que vine. Al principio fue duro saber que no
podía iniciar el tratamiento como ya lo había imaginado en mi cabeza, pero le
dije al doctor “¿Qué puedo hacer? Empecemos con las quimioterapias entonces” Y
le sonreí. Él dijo “Tu sei una ragazza forte”.
Continuando, aguanté todo esto
porque sabía que en un par de días se quitaría, pero no fue así. Me
administraban un antiespasmódico para parar las contracciones de mis intestinos
que era lo que me provocaba el dolor mas el efecto duraba menos de 2 horas y la
medicación solo podía ser administrada cada 8 horas, así que lidiaba con esto
la mayor parte del tiempo, día y noche, no dormí durante 4 noches. Cuando me
hicieron la ecografía, el doctor dispuso que no debía comer para así dejar que
mi sistema digestivo se recupere de la irritación e inflamación. Dejé de comer,
ni siquiera tomaba agua y me tenían con alimentación vía parental. La
desesperación de no poder comer nada era grande. ¿Dios mío cuántos días tendré
que estar así?, fueron 4 días de ayuno. Mi mamá decía “Ofrece este ayuno a Dios
por todas las personas en la calle que no tienen que comer” y lo hice, ofrecí
mi dolor para que otras personas no lo sintieran también. No sé si en verdad
funcione, quisiera creer que sí. Quisiera creer que Dios dice “Mira ella está
muriendo de hambre y con mucho dolor y me lo acaba de ofrecer, vamos a quitarle
el dolor a este niño de aquí y a alguno otro de por allá” no lo sé. Seis días
de aguantar dolor, se terminaron cuando el doctor dijo “No es justo que estés aguantando
tanto dolor si estas en el hospital, vamos a empezar con una infusión continua
de Contramal” (un antidolorífico). Estuve prácticamente sedada durante cuatro
días más, en total estuve mal 10 días. Como una vez me dijo mi hermana Ana
“Hold on, pain ends: Aguanta el dolor es temporal, pronto todo será solo un
recuerdo” y así fue, después de 10 largos días me recuperé. No me importa más
haber aguantado tanto dolor, no importa nada, lo único que importa es que ahora
estoy bien, que mi cuerpo se está recuperando lentamente y que me siento bien.
Mi experiencia en este hospital ha sido
maravillosa, las personas que trabajan en el reparto de hematología son tan
amables, divertidas, sensibles y simpáticas. Desde los que trabajan en la
limpieza, enfermeros, doctores, mi profesora de italiano y las dos mujeres que
hasta ahora han sido mis compañeras de habitación han hecho que mi estadía aquí
sea linda, que no sienta esa ansiedad que me ataca cuando llevo mucho tiempo en
el hospital. Mi mamá no puede estar todo el tiempo conmigo porque hay horarios
de visitas que se deben cumplir, pero no me siento sola, estoy bien acompañada
de personas que me hacen sentir importante y amada. Que bello sentimiento ese
de saber que alguien piensa en ti, que a alguien le gusta estar contigo y
hablar. Vienen a jugar, a reír y a hablar un poco en mi habitación. En mi
italiano cortado me entienden y nos divertimos mucho. La profesora de italiano
me ha incentivado a empezar un proyecto de fotografía aquí en el hospital, lo único
que diré por ahora es que está quedando bastante bien y estoy emocionada por
esto. Aquí siento que no desperdicio mi tiempo, es verdad, llevo casi 1 mes
encerrada en la misma habitación, pero no se imaginan todas las cosas que he
hecho, todos los recuerdos que me llevaré conmigo cuando salga de aquí, me
pongo triste de saber que pronto tendré que irme. Como estudiante de medicina
siempre lo he dicho y lo repetiré hasta que me muera: La relación médico-paciente
es muy importante, no se imaginan cuanto te sana el alma una sonrisa, un beso
volado, un baile o una canción. Los doctores Alessandra, Serena, Federico y
Minotti son eso para mí, un poco más de medicina, la medicina que me levanta el
alma con dulzura y mimos.
Las doctoras Serena y Alessandra :D
El Dr. Federico
La Dra. Minotti
1 comentario:
Hola carolina. Que suerte tener hoy en día los medios telematicos, que acortan las distancias!. Y que bueno tenerte: cuando en mi día surgen contrariedades,pienso en ti..En esa fuerza y energía positiva que me trasmites...y que me anima a levantar la mirada más allá de mi pequeño mundo,para ver la inmensidad del universo. Quisiera que te llegara a ti también. ..por las redes,un profundo "gracias" y un cariñoso abrazo. Eva
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